Es habitual que en televisión, a la hora de hablar del tiempo atmosférico, nos hablen de estabilidad o inestabilidad atmosférica. El problema es que, por norma general, no solemos enterarnos de la mitad de lo que nos dicen los meteorólogos. Por eso no hemos querido dejar pasar la ocasión de aclararos de una vez por todas qué es la estabilidad atmosférica, qué la propicia y cómo nos afecta. ¡Atentos, que vamos con ello!
Tendemos a pensar que una atmósfera estable es la que hay cuando el cielo está libre de nubes, totalmente despejado, y que la inestable es la que se manifiesta con una tormenta. Sin embargo, una atmósfera estable puede presentar nubes, y una inestable un cielo en aparente tranquilidad. No, la estabilidad o no de la atmósfera no se mide por la pluviosidad del cielo, sino por la temperatura de las masas de aire que hay en él.
Cuando una masa de aire se calienta y asciende desde el suelo, seguirá haciéndolo hasta que se enfríe al mismo grado que el aire que la rodea. ¿Y qué pasa si no lo hace? Pues que seguirá subiendo hasta que lo haga. En una atmósfera estable, dicho aire llegará a la temperatura de rocío y se formará una nube, pero esta no seguirá ascendiendo. Se quedará, probablemente, como un cúmulo aplastado. Sin embargo, si la atmósfera es inestable, significará que el aire en las zonas altas es bastante más frío que en la superficie, ¡y que la cosa va se va a poner bastante animada!
La estabilidad atmosférica y la temperatura de las masas de aire tienen una relación muy directa. De hecho, un descenso rápido de temperatura lleva a la inestabilidad, mientras que un aumento repentino favorece la estabilidad. Pero también hay otros factores que repercuten llamativamente.
Mantener una estabilidad atmosférica es fundamental porque repercute en la presencia de agentes contaminantes y en la formación de fenómenos meteorológicos a los que se expone el ser humano.
La dispersión de agentes contaminantes es más difícil en una atmósfera estable que siempre tendrá el aire más limpio. Este hecho es esencial porque una atmósfera estable presenta una mayor calidad del aire y facilita la previsión de alteraciones.
Todo esto repercute en la salud pública. Respirar un aire libre de agentes contaminantes o con una baja concentración de los mismos es beneficioso para el ser humano. A pesar de que hay factores que repercuten en la estabilidad atmosférica que quedan fuera del control humano, se pueden tomar medidas como la instalación de placas solares bajo unas condiciones muy interesantes. Además, se alcanza un grado importante de independencia energética.
Desde luego que sí, la lluvia no es signo de atmósfera inestable. ¿Y eso por qué? Pues porque si la nube llega a temperatura de rocío y es gruesa, lo más normal es que descargue el agua que contiene, aunque sin ningún tipo de virulencia.