Las placas solares no solo se ven en los tejados, también se usan para lámparas solares que iluminan jardines y espacios exteriores. Combinan iluminación exterior práctica con ahorro de energía y permiten disfrutar de tu jardín sin aumentar la factura.
Seguramente alguna vez has visto las clásicas luces que se clavan en el césped y tienen una pequeña placa en la parte superior. Esas son un ejemplo, pero no las únicas. Antes de comprarlas, conviene considerar ciertos aspectos para aprovechar al máximo su rendimiento.
Todas las lámparas solares funcionan con ayuda de una placa fotovoltaica que tienen en la parte superior. Esta capta la energía del sol durante el día, la almacena en una batería interna y la libera por la noche para que la bombilla alumbre.
Aunque el proceso sea el mismo, cada modelo tiene sus particularidades: el color, tamaño, posición u orientación pueden cambiar la cantidad de luz que emiten o el tiempo que permanecen encendidas. Por eso, es importante comparar varios criterios antes de comprar.
Al igual que con cualquier otro dispositivo que funciona con energía solar, elegir la lámpara adecuada depende del uso, el lugar y la potencia que necesites. Aquí te explicamos los principales puntos a valorar.
Aunque parezca lógico, hay que colocar la lámpara solar en un espacio que reciba luz solar directa durante la mayor parte del día. Si no lo haces, la cantidad de energía almacenada será menor y la intensidad de la iluminación también disminuirá.
Otro punto importante es definir para qué la vas a usar: ¿será una luz principal, de apoyo o simplemente decorativa? Tener esto claro te ayudará a filtrar el catálogo y encontrar la que mejor se adapte a tus necesidades.
Por ejemplo, si solo buscas un toque de ambiente o decorar una zona concreta, bastará con una guirnalda solar o unas bolas luminosas.
Si tu objetivo es iluminar senderos, fachadas o terrazas, opta por modelos más potentes como los apliques o focos solares. Estos ayudan a delimitar zonas, crear recorridos seguros y resaltar la arquitectura o la vegetación.
Existen lámparas solares equipadas con sensor de movimiento (PIR), que detectan el paso de personas o animales.
Son perfectas para zonas de tránsito o entradas, ya que se encienden automáticamente cuando alguien se acerca. Además de ofrecer mayor seguridad, ayudan a ahorrar energía, porque solo se activan cuando hace falta.
Para quienes buscan una iluminación más ambiental o decorativa, hay opciones ligeras y fáciles de colocar, como las guirnaldas solares o las bolas solares. Emiten luz suave, ideal para cenas al aire libre, sin deslumbrar ni gastar nada de electricidad convencional.
Según el uso que vayas a darles, estos son los modelos más comunes y funcionales para que instales en tu jardín.
Los apliques solares se colocan en la pared para iluminar senderos o caminos entre el jardín y las diferentes partes de la casa. Proporcionan una luz indirecta que resulta ideal para crear ambiente sin molestar ni deslumbrar.
El proyector solar ofrece una iluminación más potente, perfecta para entradas, garajes o zonas donde necesites más visibilidad. Suelen incorporar sensor de movimiento, por lo que también sirven como medida de seguridad ante posibles caídas o robos.
Los focos solares son ideales para colocar al pie de un árbol, en una terraza o junto a un muro. Fáciles de instalar, te permiten marcar un punto concreto o crear una iluminación de ambiente en el jardín.
Las bolas solares tienen un diseño sencillo y elegante. Ofrecen una luz media —ni demasiado fuerte ni demasiado tenue— que evita deslumbrar y aporta calidez a caminos o terrazas. Son ligeras y fáciles de mover, así que puedes acomodarlas según la ocasión.
Las balizas solares, también conocidas como estacas solares, se clavan directamente en el suelo. Son perfectas para marcar senderos o bordes del jardín, y muchas se encienden automáticamente al caer la noche.
La guirnalda solar es la opción más decorativa: pequeñas bombillas conectadas entre sí que crean una atmósfera cálida y acogedora. Funcionan igual que las demás, pero su encanto está en su diseño y en cómo transforman cualquier espacio exterior.
El lugar donde coloques tus lámparas marcará la diferencia. Busca zonas con buena exposición solar, sin sombras que bloqueen la luz durante el día. Y si las utilizas en zonas húmedas, asegúrate de que cuenten con una buena protección contra el agua y el polvo.
La potencia de una lámpara solar se mide en lúmenes (lm), y según el número podrás determinar su uso ideal:
Aunque parezca un detalle menor, la autonomía es clave. Hay modelos que duran entre 4 y 24 horas con una sola carga. Si la usas ocasionalmente, te bastará con una autonomía media; pero si buscas que ilumine toda la noche, escoge una con batería de larga duración.
En cambio, si eliges modelos con sensor de movimiento, aún mejor: se encienden solo cuando hace falta y prolongan la vida útil de la batería. De cualquier manera, la elección dependerá de tus necesidades.
Aunque no requieren gran mantenimiento, un pequeño cuidado puede alargar su vida útil.
Basta con limpiar la placa solar con un paño suave y húmedo de vez en cuando para retirar polvo o suciedad. Así mejorarás su capacidad de carga y rendimiento nocturno. Evita productos abrasivos o agua a presión.
Dependerá del modelo, pero la mayoría de lámparas solares tienen una vida útil de entre 3 y 5 años, aunque las baterías pueden sustituirse fácilmente si notas que duran menos.
El índice de protección de una lámpara solar indica cuál es el grado de protección contra las gotas de agua, polvo y demás cuerpos sólidos.
Por tanto, si tienes una lámpara fija a la pared, el índice IP44 sirve de sobra. En cambio, para los focos que están instalados en una terraza al aire libre en la que puede llover, la protección IP67 es más adecuada.
Aunque es un tema más estético, la temperatura de la bombilla o de color influye mucho en el ambiente. Esta se expresa en grados Kelvin (K):
Teniendo todo esto en cuenta, elegirás la lámpara solar más adecuada para tu jardín y ahorrarás tanto energía como dinero. Y no solo en la compra: también en la factura de la luz, gracias a sus placas solares.
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