El consumo de energía es tema en cualquier hogar. Cada invierno, las facturas se disparan. Entre las soluciones disponibles que sí funcionan y son tendencia están los acumuladores de calor. Éstos han ganado terreno por su innovación, eficiencia, confort y ahorro.
Un acumulador de calor es, en esencia, un dispositivo que transforma la electricidad en energía térmica y la guarda en su interior para liberarla después. Lo interesante es que no lo hace en cualquier momento: aprovecha las horas valle de la tarifa eléctrica.
Aunque son posibles gracias a la electricidad, el secreto de los acumuladores está en cuándo y cómo la utilizan. Ello marca una gran diferencia frente a otros sistemas de calefacción.
Los acumuladores se activan cuando la luz es más barata para cargarse y calientan usando la energía acumulada de manera constante o bajo demanda. Este último ajuste dependerá del tipo de acumulador y de la programación establecida.
En el interior del aparato se encuentran resistencias eléctricas que se calientan con el paso de la corriente. Esos componentes transmiten el calor a un núcleo acumulador, compuesto generalmente por ladrillos refractarios.
Estos ladrillos son capaces de almacenar la energía térmica durante horas y liberarla poco a poco, de manera que la estancia mantiene una temperatura estable y agradable. El proceso es sencillo en apariencia y muy efectivo.
Los acumuladores permiten disfrutar del calor en momentos en que la electricidad es más cara, sin necesidad de consumirla en ese instante.
Existen diferentes tipos de acumuladores de calor. Ello permite escoger el que mejor se adapte a las necesidades de cada hogar.
Los estáticos son la versión más tradicional: liberan el calor de manera constante y homogénea a lo largo del día. Esto asegura una temperatura estable, pero limita la capacidad de regular el consumo según la demanda real.
En cambio, los acumuladores dinámicos representan un salto en eficiencia. Cuentan con aislamiento adicional y un ventilador que impulsa el aire caliente cuando es necesario, lo que permitir cuándo liberar la energía acumulada y a qué intensidad.
Este formato dinámico, por lo tanto, se ajusta mejor al ritmo de vida cotidiano y ofrecen un mayor control.
Existe también una variante menos común, pero muy atractiva para quienes apuestan por la sostenibilidad. Los acumuladores solares aprovechan la energía producida por placas solares fotovoltaicas.
Aunque el sistema es similar a los demás por almacenar el calor generado y liberarlo después en el hogar, requiere disponer de paneles solares. Independientemente de ello, representan una forma de autoconsumo eficiente.
Además, los acumuladores solares se alinean con los objetivos de reducir la dependencia de la red eléctrica.
A la hora de elegir el modelo adecuado, conviene considerar varios aspectos. El primero es el tipo de acumulador según el grado de control y eficiencia que se busque. El segundo, es si se desea un termostato que evite consumos innecesarios
La conectividad es otro punto interesante para contemplar, ya que existen modelos que ofrecen aplicaciones móviles que permiten programar y monitorizar desde cualquier lugar.
Por último, hay que calcular correctamente la potencia necesaria para no quedarse corto ni sobre-dimensionar. Ello supondría gastos adicionales innecesarios e imprevistos.
El principal beneficio de los acumuladores de calor es su capacidad de aprovechar las diferencias de precio en la electricidad. Al programar la carga en horas valle, se consigue un ahorro importante. Además, no requieren de obras de instalación.
A esto se suma su bajo mantenimiento, limitado prácticamente a limpieza regular y cambio ocasional de pilas en los sistemas de control. Para quienes buscan un sistema fiable y con poca exigencia técnica, los acumuladores resultan muy atractivos.
Sin embargo, no todo son ventajas. Estos aparatos tienen un precio inicial más elevado que otras opciones de calefacción. A su vez, exigen cierta planificación, ya que es necesario programar sus ciclos de carta y descarga para aprovecharlos realmente.
En algunos casos, puede ser necesario revisar o renovar la instalación eléctrica del hogar para soportar la potencia requerida. Estos factores deben tenerse en cuenta antes de tomar la decisión de incorporar un acumulador a la vivienda.
Hay varios modelos disponibles que ilustran la variedad de opciones.
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La tendencia hacia los acumuladores de calor refleja un interés creciente por sistemas que permitan gestionar mejor la energía, sin renunciar al confort.
En un contexto de precios eléctricos volátiles y preocupación por la sostenibilidad, estas soluciones ofrecen una alterativa que combina tecnología y ahorro.
La clave de los acumuladores de calor está en entender cómo funcionan y cómo sacarles el máximo partido. Su secreto no es tanto lo que generan, sino cuándo y cómo lo liberan.
Con una buena planificación, estos dispositivos pueden transformar la manera en que un hogar gestiona su calefacción, haciendo posible disfrutar de un ambiente cálido y confortable mientras se aprovechan las ventajas de la discriminación horaria.
Los acumuladores han dejado de ser una alternativa poco conocida para convertirse en una auténtica tendencia de la climatización doméstica.
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