La combinación de economía circular y gas renovable se presenta como un activo clave para construir un sistema energético más limpio y autónomo. Vamos a repasar por qué estos aliados sostenibles resulta tan potente en la transición energética actual.
Te contaremos qué es el gas renovable, cómo encaja con la economía circular, su papel en una transición energética justa, sus ventajas, la situación normativa en la Unión Europea, su estado en España y los retos que tiene por delante.
El término gas renovable hace referencia a gases obtenidos a partir de fuentes renovables, como residuos orgánicos o biomasa residual.
En particular, el proceso típico es que mediante digestión anaerobia de materia orgánica (agrícola, ganadera, urbana) se genera biogás, que luego tras un proceso de “upgrading” se convierte en biometano, apto para inyección en la red de gas convencional.
Una ventaja clave es que el biometano tiene composición similar al gas natural fósil, lo que permite aprovechar la infraestructura ya existente de transporte y distribución.
El gas renovable producido a partir de residuos orgánicos está en el corazón del modelo de economía circular, porque convierte lo que antes era desecho en recurso.
Cuando se utilizan purines, lodos, restos agrícolas o residuos urbanos para producir biogás o biometano, se evita que esos residuos sean un coste ambiental y se da nueva vida energética a la materia prima.
Además, el proceso puede generar un digestato que se emplea como fertilizante y vuelve al ciclo agrícola, cerrando el círculo del residuo-recurso.
Por tanto, este binomio “gas renovable + economía circular” supone un doble beneficio: por un lado se reduce la dependencia de recursos fósiles y por otro se valoriza la materia orgánica que volvía al vertedero o al purín sin tratamiento.
Para que la transición energética sea justa, debe combinar descarbonización con desarrollo territorial y social, y aquí el gas renovable juega un rol esencial.

Al generarse potencialmente en comunidades agrícolas o ganaderas, se crea empleo local, se fija población en el territorio y se impulsa el desarrollo rural.
Asimismo, al favorecer la autonomía energética y reducir la dependencia exterior, se refuerza la soberanía energética, lo que hace que la transición no sea solo técnica, sino también social e inclusiva.
Este enfoque “economía circular + gas renovable” aporta múltiples ventajas relevantes:

La UE considera los gases renovables como vector clave para lograr la neutralidad climática y descarbonizar sectores difíciles de electrificar.
En España, el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima 2021‑2030 (PNIEC) integra los gases renovables como parte de la estrategia energética nacional.
También existen hojas de ruta para el hidrógeno renovable y el biometano como vectores estratégicos.
En Europa, el número de plantas de biometano ha crecido de 1.548 a 1.678 entre 2024 y 2025, lo que refleja un dinamismo creciente del sector.
España posee un gran potencial técnico para la producción de biometano: hasta 163 TWh/año según estimaciones, lo que podría cubrir cerca del 45-50 % de la demanda nacional de gas natural.
Sin embargo, la producción es aún limitada: en 2025 hay aproximadamente 21 plantas de biometano operativas en España.
Se han detectado muchas oportunidades en regiones como Andalucía, donde el sector agroganadero y de residuos cuenta con materias primas para alimentar esas plantas.
La alianza entre economía circular y gas renovable es una de las piezas clave para avanzar hacia un sistema energético más limpio y autónomo.
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