Sin lugar a duda, nuestra sociedad es cada vez más digital. Vivimos rodeados de datos que fluyen sin pausa en redes, servidores y plataformas. Estos datos se almacenan en centros con un gran consumo de energía. Por ello empresas como Google han decidido priorizar la eficiencia energética y la energía renovable en estos centro.
Debido a que la energía se ha convertido en uno de los recursos más críticos –y cuestionados—de nuestro tiempo. Se ha vuelto clave centrarse en la eficiencia energética, y un gran ejemplo de esto es la empresa Google.
Esta compañía gestiona miles de millones de búsquedas, horas de video y servicios en la nube, y está en el centro de esa transformación energética. Lejos de mirar hacia otro lado, ha decidido tomar un rol protagónico.
Google no solo reconoce el impacto ambiental de sus operaciones, sino que ha decidido liderar el cambio hacia un modelo energético limpio, sostenible y posible de replicar a escala global.
La estrategia de Google tiene por eje los centros de datos. Éstos son, sin exagerar, la columna vertebral de la era digital. Almacenan, procesan y distribuyen cantidades monumentales de información. Solo los de Google consumen una parte significativa de la electricidad global.
A nivel mundial, se estima que estos centros utilizan aproximadamente el 3% de la electricidad total, una cifra que irá en aumento con el crecimiento del uso de la inteligencia artificial y el almacenamiento en la nube.
Las emisiones relacionadas con la electricidad representan la mayor parte de la huella de carbono de Google. Por eso, convertir sus centros de datos en espacios eficientes y sostenibles ha sido una prioridad estratégica desde hace más de una década.
Desde 2007, Google se convirtió en la primera gran empresa tecnológica en alcanzar la neutralidad en carbono. En 2017 logró que el 100% de su consumo eléctrico anual proviniera de fuentes renovables.
Pero… el camino no termina ahí. Google quiere operar sus centros de datos con energía libre de carbono 24/7 –es decir, garantizada hora por hora, no sólo en promedio anual. Esto implica una serie de variables.
Entre ellas, está la sofisticada coordinación entre fuentes renovables intermitentes (como la solar y eólica), el almacenamiento energético, las herramientas de predicción y los sistemas de gestión de la demanda.
A diferencia de muchas empresas que ven la energía como un coste operativo, Google lo entiende como un activo estratégico. Bajo esa lógica, ha invertido en soluciones integrales de gestión energética y ha actuado, durante años, como su propio gestor energético.
La independencia de Google le permite tener un control directo sobre sus decisiones de abastecimiento y avanzar a un ritmo inédito hacia sus metas climáticas. Su modelo implica desafíos: requiere tiempo, recursos y especialistas altamente cualificados.
Sin embargo, también esta estrategia ha traído grandes recompensas. Google no sólo ha logrado cumplir sus objetivos, sino que ha establecido alianzas transformadoras con empresas energéticas, desarrolladores de tecnología y gobiernos.
Por medio de esos vínculos, la compañía no sólo se abastece de energía limpia, sino que acelera la adopción generalizada de energías sostenibles en todo el mundo. Es un modelo con implicancias sistémicas: no se trata solo de reducir la huella propia, sino de rediseñar cómo funciona el sistema energético global.
Uno de los mecanismos que ha posicionado a Google como líder en sostenibilidad energética ha sido su capacidad para firmar contratos de compra de energía a largo plazo. En 2010, firmó su primer acuerdo con un parque eólico en Iowa de 114 MW.
Desde entonces, Google ha cerrado acuerdos en cuatro continentes, convirtiéndose en el mayor comprador corporativo de energía renovable del mundo. Los contratos no solo aseguran electricidad limpia para operaciones, sino que hacen viables financieramente los proyectos.
Estos ingresos permiten a los desarrolladores construir una nueva capacidad renovable con certeza de ingresos a futuro. Cada compra de Google ayuda a poner en marcha infraestructura energética nueva, en lugar de simplemente competir por la existente.
El impacto va más allá de lo ambiental. Las inversiones de Google en energía renovable han beneficiado a comunidades locales, desde Atacama en Chile hasta Rutherford en Carolina del Norte, generando empleo y dinamizando economías regionales.
El compromiso de Google con la sostenibilidad no se limita al abastecimiento renovable. También ha innovado en eficiencia energética en cada capa de su infraestructura. Gracias a sus desarrollos tecnológicos y sistemas de IA, sus centros de datos consumen un 50% menos de energía que la media del sector.
Además, ha implementado su estrategia de “las cuatro M” para minimizar el consumo energético asociado a la IA: modelos más eficientes, máquinas especializadas, mecanización de procesos y mapeo inteligente para ubicar centros de datos donde el acceso a energía limpia sea más viable.
Una de las apuestas más ambiciosas de Google es la construcción de centros de datos directamente junto a parques eólicos y solares. Valorado en 20 mil millones de dólares, el proyecto será completado en 2027. La idea es reducir las pérdidas por transmisión y asegurar un suministro directo, estable y renovable.
Para lograr lo anterior, Google se ha asociado con Intersect Power y TPG Rise Climate, en lo que promete ser un nuevo estándar para el diseño de centros de datos a nivel mundial.
A pesar del entusiasmo, surgen desafíos. Zonas como “Data Center Alley” en Virginia enfrentan limitaciones de espacio, presión sobre la infraestructura local y problemas de calidad del aire. La planificación estratégica y el uso de nuevas tecnologías serán claves para estas barreras.
En paralelo, Google explora soluciones de vanguardia como los reactores nucleares modulares pequeños (SMR). Junto a la empresa Kairos Power, impulsa un proyecto para instalar siete de estos reactores, que aportarían 500 MW de electricidad libre de emisiones a partir de 2030.
Este tipo de tecnología, aún en fase de desarrollo, puede ofrecer una alternativa confiable y libre de carbono, especialmente útil para suplir la demanda nocturna o en regiones con menor acceso a renovables.
Google no opera en un vacío. Las políticas gubernamentales y el contexto político también influyen en su capacidad para ejecutar estos planes. El poder de figuras contrarias a la transición energética, como Donald Trump, podría ralentizar algunos avances en Estados Unidos.
El compromiso global de Google y su capacidad de ejecución permiten pensar que su transformación seguirá adelante, incluso en contextos menos favorables. La compañía ha demostrado que es posible construir un modelo empresarial exitoso sin renunciar a la sostenibilidad.
Con inversiones estratégicas, alianzas globales y una visión a largo plazo, Google ha convertido sus centros de datos en motores de cambio. Su ejemplo muestra que enfrentar la crisis climática no es solo una responsabilidad moral, sino una oportunidad real para liderar el futuro.
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