Un tema muchas veces pasado por alto es el de la iluminación de los espacios públicos. Las calles y plazas de la ciudad suelen alumbrarse para garantizar seguridad y comodidad durante la noche, pero no se suele impulsar la búsqueda de alternativas innovadoras que busquen una auténtica eficiencia adaptativa.
En suma, si se consigue correctamente, la iluminación pública puede generar beneficios locales y sociales de gran relevancia. Entre algunas ventajas está el 50% de ahorro energético, la menor emisión de carbono y la reducida dependencia de los combustibles fósiles.
No es raro pensar en cómo ha cambiado nuestra forma de vivir las noches urbanas. Nostalgia, confort, ahorro energético, innovación tecnológica… Todo converge en la iluminación pública eficiente y sostenible, una solución que transforma las ciudades y mejora nuestra calidad de vida mientras cuida del planeta.
Pero… ¿cómo lograrlo? La tecnología ha avanzado a pasos agigantados en los últimos tiempos en diferentes áreas del conocimiento humano; no obstante, ¿qué descubrimientos se han hecho para conseguir que la iluminación de las áreas que habitamos sea más eficaz?
Cada vez en más ciudades del mundo se adopta un sistema de iluminación LED ecológico y funcional; es decir, uno compuesto por alumbrado público respetuoso con el medio ambiente. Ello ha servido de inspiración hacia la búsqueda de alternativas “verdes”.
Además, dicha fuente de luz permite completa multifuncionalidad: los focos pueden combinarse con dispositivos como los sensores de movimiento que controlan la luz y la ahorran, o paneles solares que alimentan el sistema sin necesidad de estar conectados a la corriente.
Un sistema de alumbrado público eficiente y sostenible, como el que proveen los focos LED, produce una reducción en la huella de carbono, mayor visibilidad y seguridad en las calles y control más preciso de las lámparas. Estas últimas se eligen para adaptarse a las necesidades y estéticas de cada zona.
Aunque aún se necesitan indagar en profundidad en los beneficios reales en la percepción de seguridad, algunos experimentos han revelado que la claridad de la iluminación puede aliviar y mejorar la percepción de seguridad de los individuos.
Entre ellos, se puso en práctica “When a Stanger Approaches at Night”, proyecto que estudió si las luces adaptables (i.e. que se encienden o cambian su intensidad si perciben la presencia de un individuo) pueden aliviar y mejorar la percepción de seguridad de los individuos.
Mediante realidad virtual, los especialistas detrás del proyecto simularon condiciones de iluminación e interacción. Contemplaron teorías establecidas, como la de prospectiva-refugio, que establece que las personas pueden preferir entornos con perspectiva, ocultación y evasión.
Los resultados demostraron que tanto el brillo como el color de la luz mitigan con eficacia el miedo y mejoran la percepción de seguridad cuando una persona se enfrenta a una amenaza potencial.
Es decir, esta tecnología no solo es eficiente y garantiza un rendimiento optimizado a comparación de las bombillas tradicionales, sino que además ofrece una larga vida útil y la capacidad de regular la intensidad según se desee. Es capaz, incluso, de detectar la presencia y comportamiento de quien la usa.
Los sistemas de alumbrado actuales permiten automatizar funciones y reducir el consumo innecesario. Las luces pueden encenderse o apagarse según la actividad registrada, logrando que se iluminen únicamente cuando realmente se necesita.
El objetivo es claro: reducir el derroche energético, ofrecer una iluminación adaptada a cada entorno y asegurar una convivencia armónica entre eficiencia, sostenibilidad y funcionalidad. Todo ello sin comprometer la experiencia del ciudadano.
Los resultados demostraron que tanto el brillo como el color de la luz mitigan con eficacia el miedo y mejoran la percepción de seguridad cuando una persona se enfrenta a una amenaza potencial.
El tipo de iluminación pública tiene un impacto directo en la forma en que los ciudadanos perciben su entorno. No solo se trata de visibilidad, sino de confianza, confort psicológico y reducción de la ansiedad en espacios compartidos.
La luz adecuada en el momento justo transforma un espacio hostil en un lugar acogedor. Así, la iluminación se convierte en un elemento clave del urbanismo emocional, promoviendo el uso activo y seguro de las áreas comunes.
Los hallazgos detrás del uso de la tecnología LED facilitan la iluminación de las áreas públicas, otorgando una manera eficiente y responsable de llenar de luz las aceras y las plazas.
Es posible ofrecer un control preciso de la luz y ahorrar a la vez, pues esta tecnología destina la energía ahorrada a sectores como la educación y el transporte. Se aspira a que la iluminación conseguida con diodos emisores de luz logre considerarse tan buena como es y promete.
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