Cómo hemos recuperado la capa de ozono con nuestras acciones

05 Agosto 2025 13:00
Cómo hemos recuperado la capa de ozono con nuestras acciones Recuperacion de la-capa de ozono

Si no has vivido debajo de una piedra los últimos años seguro que recuerdas la capa de ozono y la preocupación que hubo a nivel mundial por el estado en el que se encontraba. Y seguramente te hayas dado cuenta que cada vez se ha ido mencionando menos, y eso es porque hemos recuperado su estado previo con nuestras acciones.

Esto ha sido posible gracias a una combinación de ciencia, cooperación internacional y políticas efectivas han logrado que una de las amenazas más graves para la vida sobre la Tierra empiece a revertirse. Es un ejemplo de que, cuando la humanidad actúa unida, los resultados son tangibles y positivos.

Cómo hemos recuperado la capa de ozono con nuestras acciones

En el artículo de hoy analizaremos el proceso histórico, el enfoque social y político, las intervenciones clave y el estado actual de la capa de ozono y las iniciativas que han existido para su recuperación.

Además, veremos por qué este éxito no debe permanecer como una única victoria, si no que debe inspirar más soluciones ambientales.

¿Qué es la capa de ozono?

La capa de ozono es una zona de alta concentración de ozono en la estratosfera, entre 15 y 35 km sobre la superficie terrestre. Actúa como un escudo que filtra la radiación UV-B, protegiendo la vida, ya que sin ella aumentarían el cáncer de piel, cataratas y daños en cultivos ó organismos acuáticos.

Esta capa es muy fina si se considera la atmósfera total, apenas 3 mm de equivalencia si se comprimiera a nivel del mar. No obstante, su función es vital. Su densidad y estabilidad varían según el clima estratosférico y las corrientes atmosféricas.

Los datos satelitales han permitido medir su concentración desde 1979. Esa monitorización ha revelado ciclos anuales y variaciones por latitud, siendo la Antártida la zona más vulnerable a finales del invierno austral.

En resumen, la capa de ozono no es un muro, pero sí un filtro clave. Cualquier alteración representa un peligro real para la salud y los ecosistemas de nuestro planeta. Sin su protección, estaríamos expuestos a niveles de radiación inaceptables.

¿Por qué se deterioró?

En los años 1970 se descubrió que los clorofluorocarbonos (CFC), utilizados en aerosoles, refrigeración y extintores, ascendían a la estratosfera y destruían el ozono. Su uso creciente provocó un adelgazamiento progresivo de la capa.

En la década de 1980, la situación se volvió alarmante. Los científicos hallaron un agujero sobre la Antártida, con pérdidas de concentración por debajo de 220 unidades Dobson. Ese mismo hallazgo impulsó la comunidad internacional a actuar rápidamente.

El deterioro fue un proceso acumulativo, con CFCs persistiendo en la atmósfera más de 50 años. Además, las condiciones estratosféricas frías y la presencia de nubes estratosféricas polares aceleraban la descomposición del ozono durante la primavera austral.

Durante los 80 y 90, los registros mostraron un aumento constante del tamaño del agujero, con extensiones que superaban con creces los 20 millones de kilómetros cuadrados. Era evidente: la capa de ozono estaba en grave peligro.

En resumen, la combinación de emisiones humanas y condiciones atmosféricas particulares creó un proceso de deterioro peligroso y persistente, que llegó a alertar al planeta entero. Este contexto histórico explica la urgencia de actuar.

¿Cuándo se puso el foco?

La conciencia global despertó en 1985, cuando el agujero antártico fue detectado por el British Antarctic Survey. Ese fue el momento en que el tema saltó a los medios y empezó a ser una preocupación pública y científica.

Pocos años después, en 1987, se firmó el Protocolo de Montreal, dirigido a eliminar progresivamente los CFC y derivados. Fue un acuerdo histórico, ratificado prácticamente por todos los países, que sentó las bases de la acción global.

Ese tratado empezó a implementarse en 1989, con plazos de diez años para reducir la producción de CFC a la mitad. A partir de ese momento, el ozono empezó a estabilizarse y la estrategia global comenzó a dar frutos.

El foco mediático, la presión social y el consenso científico-político se aliaron. La capa de ozono se convirtió en un símbolo de la capacidad de la humanidad para corregir sus errores ambientales. Así comenzó una acción que unió a gobiernos, empresas y ciudadanía.

¿El fin del problema?

La evolución reciente muestra una tendencia clara: el agujero antártico en 2024 fue el séptimo más pequeño desde que comenzó la recuperación en los años 90. También su extensión máxima fue inferior al promedio histórico.

Estudios del MIT hallaron con 95 % de confianza que esta mejora corresponde a la disminución de sustancias dañinas, no solo a variabilidad natural. Es la primera prueba sólida de que nuestras acciones han funcionado.

Sin embargo, aún no ha terminado: se espera que la capa recupere los niveles previos a 1980 entre 2040 y 2066, según regiones (Ártico, Antártida, resto del mundo). Los CFC persistentes y el cambio climático aún amenazan el ritmo de recuperación.

Por eso no podemos relajarnos. Aunque el agujero esté cerrando, no se debe dejar de vigilancia y compromiso. Y este fracaso-resuelto debe servir de inspiración para otros retos globales, como el cambio climático o la contaminación plástica.

Cómo hemos recuperado la capa de ozono con nuestras acciones

Este es un triunfo histórico, un mensaje esperanzador: cuando la humanidad se alinea en una meta ambiental prioritaria, puede revertir daños graves. Que este éxito nos inspire a encarar con igual determinación los desafíos que aún quedan pendientes.

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