Ante el cambio climático que vivimos y la creciente demanda energética en las ciudades, surgen modelos urbanos transforman la manera en que habitamos y gestionamos los recursos. Uno de los conceptos claves en esa transición y de cara al futuro es el de los barrios energéticamente positivos y autosuficientes.
Los también conocidos como distritos de energía positiva (DEP o PED, por sus siglas en inglés: Positive Energy Districts) podrían ser claves en la construcción de ciudades autosuficientes y sostenibles. ¿De qué se trata exactamente ese modelo urbano, cuáles son sus pros y sus contras?
Un barrio energéticamente positivo es un área urbana diseñada para producir más energía de la que consume en el transcurso de un año. Se logra mediante la combinación de tecnologías, el aprovechamiento de recursos renovables –la luz solar o el viento– y una gestión inteligente de los sistemas urbanos.
Los DEP son mucho más que un conjunto de edificios eficientes, pues implican la integración de infraestructuras y cierta interacción de variables: edificios, usuarios, redes energéticas, sistemas de movilidad, TIC y una planificación estratégica que contemple cada etapa del ciclo energético.
Este tipo de distritos tiene como objetivo alcanzar una emisión neta cero de gases de efecto invernadero. Éstos aspiran a alinearse con los planes de transición energética de la Unión Europea y los compromisos climáticos para 2050.
Establecer un DEP representa una oportunidad estratégica para las ciudades del presente y del futuro. Entre sus principales ventajas, pueden destacarse:
Además, los barrios energéticamente positivos no sólo implican una transformación de la infraestructura física, sino también de la conciencia de las comunidades. Generan un impulso en el involucramiento activo de los ciudadanos hacia la gestión de la energía que consumen y producen.
A pesar de que el potencial de los DEP es enorme, su desarrollo enfrenta retos complejos y multidimensionales. Algunos de ellos se refieren a la organización de actores implicados, mientras que otros aluden a barreras técnicas, de dinero o leyes.
En términos de estructura, diseñar y gestionar DEP requiere adoptar una visión sistémica. No se trata únicamente de instalar paneles solares o turbinas eólicas; es necesario repensar cómo se organiza y regula la ciudad, cómo se conectan los servicios y cómo se diseñan los espacios.
La complejidad técnica de los sistemas implica desafíos en términos de interoperabilidad, mantenimiento y actualización tecnológica. A ello se suman las barreras económicas, como los altos costos iniciales y la incertidumbre respecto al retorno de inversión.
A pesar de los desafíos, ya existen ejemplos inspiradores de barrios energéticamente positivos que demuestran la viabilidad de este modelo. En España, hay varios proyectos que están en marcha:
También, iniciativas como InterPED —cofinanciada por la Unión Europea— buscan fortalecer la cooperación internacional, integrar fuentes renovables, impulsar el desarrollo científico y escalar modelos de DEP en todo el continente.
Los barrios energéticamente positivos representan un cambio profundo en la forma de concebir las ciudades. Son una respuesta ambiciosa, pero necesaria, frente a los retos ambientales, sociales y económicos de nuestro tiempo.
Convertir nuestras ciudades en territorios autosuficientes y resilientes no es una utopía, sino una posibilidad real que ya se está construyendo. Habrá que seguir adelante: barrio por barrio en cada una de las ciudades en el planeta.
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