Baterías de arena: cómo almacenar calor barato para el invierno

31 Octubre 2025 13:00
Baterías de arena: cómo almacenar calor barato para el invierno

Llega el invierno, sube la factura de la calefacción y la pregunta se repite: ¿cómo almacenar calor en los meses de frío y que salga barato? La respuesta está en las baterías de arena.

Sí, has leído bien, arena, y es que se están convirtiendo en una alternativa muy interesante para acumular energía térmica barata y utilizarla cuando más falta hace.

¿Qué son las baterías de arena?

Las baterías de arena no son pilas en el sentido tradicional (electricidad → uso). Son sistemas que almacenan calor en un material barato como la arena o roca pulverizada, para liberarlo cuando se necesite.

A grandes rasgos: se usa electricidad (o calor excedente) para calentar la arena, que retiene el calor durante semanas o meses, y luego ese calor se emplea para calefacción o agua caliente.

Principio de funcionamiento

El funcionamiento es bastante directo: un contenedor muy bien aislado contiene toneladas de arena. Mediante resistencias eléctricas o aire caliente se eleva la temperatura de ese medio hasta 400-600 °C (o más).

Cuando se necesita, un fluido (aire o agua) pasa por ese medio caliente, recoge el calor y se distribuye al sistema de calefacción. En algunos casos, se puede convertir parte del calor en electricidad, pero no es lo habitual.

Materiales y escala

El material clave es la arena o roca pulverizada de alta densidad térmica, que permanece estable a altas temperaturas, lo que permite almacenarla sin que se degrade químicamente

Baterías de arena: cómo almacenar calor barato para el invierno

La escala importa: cuanto mayor volumen y mejor aislado el contenedor, menor pérdida térmica.

¿Por qué es una opción barata e interesante?

En este apartado repasamos varios factores que hacen de estas baterías de arena una alternativa económica y escalable.

Costes reducidos del material

La arena o roca pulverizada cuesta muy poco en comparación con sistemas de almacenamiento eléctrico basados en baterías de iones-litio

Por ejemplo, se estima que el coste de almacenamiento térmico en arena podría situarse por debajo de 10 €/kWh en ciertos proyectos.

Almacenamiento de largo plazo (estacional)

Una gran ventaja: estas baterías pueden retener el calor durante semanas o meses. Esto lo convierte en una herramienta perfecta para acumular el excedente de energía en verano o de fuentes renovables, y emplearlo en invierno, cuando la demanda térmica es mayor.

Baterías de arena: cómo almacenar calor barato para el invierno

Además, como el material no se degrada fácilmente, la vida útil es alta y el mantenimiento bajo.

Compatibilidad con fuentes renovables y calefacción urbana

Al estar orientadas al almacenamiento térmico, colaboran con sistemas de calefacción urbana o edificios que requieren mucho calor (no solo electricidad).

En contextos donde la calefacción representa una parte importante del consumo energético, como en climas fríos o en redes urbanas, la integración es natural.

Por ejemplo, un proyecto de calefacción urbana en Finlandia redujo considerablemente el uso de astillas de madera y CO₂ gracias a este sistema.

Ventajas y beneficios

Una vez entendido cómo funcionan las baterías de arena, es momento de repasar sus principales ventajas y todo lo que las hace tan prometedoras.

Reducción de costes de calefacción

Al aprovechar electricidad barata o excedente (por ejemplo, de renovables) para generar calor almacenado, se puede reducir la dependencia de combustibles fósiles o de calefacción eléctrica costosa. Esto se traduce en menor factura para usuarios o municipios.

Menor huella de carbono

Al combinarse con energía renovable y sustituir astillas, gas o petróleo para calefacción, se consigue una significativa reducción de emisiones de CO₂.

Baterías de arena: cómo almacenar calor barato para el invierno

Materiales abundantes y no tóxicos

La arena o roca pulverizada no es escasa, no implica minerales raros, no tiene los riesgos químicos de baterías convencionales, y permite un enfoque más sostenible en la cadena de suministro. Además, el material apenas se degrada si se diseña bien el aislamiento.

Retos y factores a tener en cuenta

Aquí los “pero” que conviene analizar.

Pérdidas térmicas y aislamiento

Para que el sistema sea eficiente, el contenedor debe estar muy bien aislado porque el calor se pierde por el aislamiento, los conductos de extracción, etc.

En sistemas grandes se mejora la ratio volumen/superficie, lo que reduce pérdidas. En sistemas pequeños (viviendas) esa ratio se degrada y puede hacer que el coste-beneficio no sea tan atractivo.

Adecuación al tipo de demanda

Este tipo de almacenamiento es ideal cuando la demanda es de calor (agentes de calefacción, agua caliente) y cuando está integrada en redes de calefacción urbana o en edificios con demanda térmica significativa.

Si solo tenemos demanda eléctrica o aislamiento muy alto, el sistema puede no ser la mejor opción.

Conversión y flexibilidad limitada

A diferencia de baterías electroquímicas que devuelven electricidad directamente, la batería de arena almacena calor. Si se quiere convertir ese calor en electricidad se pierden eficiencias y la viabilidad económica puede bajar.

Además, la instalación debe tener la infraestructura de calefacción adecuada (intercambiadores, distribución de agua/aire caliente).

¿Podríamos implantarlas en España?

El clima, la distribución urbana, las políticas energéticas y la estructura de redes de calefacción en España difieren de los países nórdicos. Pero eso no significa que no tenga sentido: veamos dónde y cómo podría funcionar.

Contexto y posibilidades

En España el uso de calefacción en invierno es menor que en climas nórdicos, pero sigue siendo relevante en ciertas zonas (norte peninsular, edificios con altas exigencias térmicas, redes de calefacción en ciudades).

Baterías de arena: cómo almacenar calor barato para el invierno

Además, con la creciente instalación de renovables y el reto de integrar energía excedente, una batería térmica de arena podría absorber esos picos.

Si el coste de la electricidad baja o se generan excedentes —por ejemplo, durante la noche cuando hay más producción eólica—, esa energía puede aprovecharse para calentar la arena mediante resistencias eléctricas o aire caliente.

De esta forma, el sistema “almacena” el calor y lo conserva hasta que llega el invierno o un momento de mayor demanda, cuando puede liberarlo para calefacción o agua caliente.

Desafíos específicos para España

  • Muchas edificaciones en España no están conectadas a redes de calefacción urbana amplias, lo que limita la escala.
  • Las temperaturas exteriores y la baja demanda térmica hace que se pueda reducir el aprovechamiento del sistema.
  • La inversión inicial requiere espacio, aislamiento y conductos adecuados. Para viviendas pequeñas quizá no compense sin incentivos.
  • Normativas, subvenciones y cultura energética pueden acelerar o frenar la adopción: se necesitan marcos que incentiven este tipo de almacenamiento.

Estrategias para su éxito

Para que tenga éxito en España, conviene:

  • Priorizar edificios grandes (colegios, hospitales, barrios con calefacción central) donde el volumen justifique la instalación.
  • Integrar con sistemas renovables (solar térmica, eólica, bombas de calor) que carguen la batería cuando hay excedente.
  • Aprovechar periodos de baja tarifa para “cargar” la batería térmica.
  • Diseñar los sistemas pensando en la eficiencia del aislamiento, la ratio volumen/superficie y la optimización de pérdidas.
  • Incentivar políticas que reconozcan este almacenamiento como “servicio” de la red y permitan modelos de negocio atractivos.
Baterías de arena: cómo almacenar calor barato para el invierno

Conclusión

Las baterías de arena representan una pieza muy interesante en el puzzle de la transición energética: un almacenamiento térmico barato, basado en materiales abundantes, que permite acumular calor para el invierno y liberar en el momento justo.

Tienen claras ventajas: coste bajo por kWh, compatibilidad con renovables y calefacción urbana, menor impacto ambiental. Pero también hay que ser realistas: no sirven para todo tipo de demanda, y la escala, el aislamiento, la infraestructura importan mucho.

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