Las estaciones depuradoras de aguas residuales, EDAR, son esenciales para proteger el medioambiente, usando energía verde. Más allá de ser sostenibles y que limpian el agua, permiten aprovechar recursos y evitar que ríos, mares y suelos sufran la contaminación.
Mantener estas plantas, sin embargo, implica un gasto económico y energético elevado. Se trata de un proceso costoso y con gran huella de carbono.
Es ahí donde surge la necesidad de apostar por las depuradoras sostenibles, capaces de integrar tecnologías renovables y reducir sus impactos negativos.
En este contexto aparece el proyecto Renewat, una iniciativa que combina depuración de agua y energías renovables. El plan ofrece una solución eficiente, rentable y respetuosa con el entorno.
Renewat nace con un objetivo claro: reducir el consumo energético de las EDAR, disminuir su huella de carbono y abaratar el coste del agua tratada. Para lograrlo, integra energías renovables en el propio proceso de depuración.
La propuesta combina paneles fotovoltaicos de menor escala y aerogeneradores de pequeña potencia que generan electricidad en la planta. Esta energía limpia se utiliza de forma inmediata o se almacena para momentos de alta demanda.
El proceso permite aislar procesos y hacerlos más autónomos. Además, Renewat desarrolla un sistema inteligente de gestión que evita el despilfarro energético.
Uno de los puntos fuertes de Renewat es su capacidad de reducir tanto el impacto ambiental como los costes asociados al tratamiento de agua.
Esas instalaciones consumen cerca de 10.000 GWh/año de electricidad de la red: 27 millones de toneladas de CO2 emitidas a la atmósfera al año. No obstante, con la integración de las renovables en las EDAR, las cifras cambian de manera significativa.
El impacto es doble: menos dependencia de combustibles fósiles y mayor seguridad energética. A nivel económico, el proyecto también es rentable.
El primer paso para poner a prueba la iniciativa sucedió en la planta de tratamiento de Archena, en Murcia. Allí se implementó un modelo que integra energías renovables en el funcionamiento cotidiano de la depuradora.
Además, se incluye un sistema de almacenamiento energético que aísla las operaciones críticas. Se trata de la manera de asegurar su continuidad incluso en momentos de baja producción renovable.
El modelo puede aplicarse en prácticamente cualquier planta de tratamiento de aguas residuales, abriendo la posibilidad de escalarlo a nivel nacional e internacional.
Las depuradoras sostenibles no son una excepción, sino la base de una nueva generación de infraestructuras. En un escenario de crisis climática y creciente presión sobre los recursos, aplicar soluciones se vuelve una prioridad.
Si una depuradora puede cubrir parte de su consumo con sus propios recursos, se vuelve menos vulnerable a los cambios del precio de la electricidad o a interrupciones en el suministro.
Además, el carácter modular de Renewat facilita que cada planta adapte el sistema a sus necesidades y capacidades.
No todas las EDAR tienen el mismo tamaño, ni enfrentan idénticas condiciones geográficas. Por ello, el modelo está pensado para ser flexible y ajustarse.
Otro aspecto esencial de Renewat es su apuesta por la digitalización. El sistema es capaz de monitorizar en tiempo real el estado de la planta y las necesidades de consumo energético.
Gracias a esta gestión digital, los responsables de la depuradora cuentan con información detallada y actualizada que les permite optimizar y tomar decisiones rápidas.
Por ejemplo, pueden decidir cuándo activar el almacenamiento energético, cuándo derivar excedentes o cuándo reforzar los procesos críticos con la electricidad generada.
La digitalización también abre la posibilidad de aplicar técnicas de predicción. Con ayuda de algoritmos, la planta no solo reacciona, sino que se prepara y multiplica su fiabilidad.
El impacto de proyectos como Renewat no se limita al ámbito energético, pues también transforma la percepción del agua depurada. Durante mucho tiempo, el agua residual se ha visto solo como un desecho; sin embargo, en un contexto de escasez, debe revalorizarse.
Si el coste del agua tratada se reduce gracias a la eficiencia energética, se abren nuevas posibilidades. Además del riego agrícola, puede destinarse a usos urbanos, industriales e incluso recarga de acuíferos.
Cada litro de agua reaprovechado es un litro menos que se extrae de ríos, embalses o acuíferos sobreexplotados.
De esta manera, la depuración sostenible no solo contribuye a reducir la huella de carbono, sino que también garantiza la disponibilidad del agua en territorios con escasez. España, uno de los países más propensos a la sequía, tiene una posición para liderar.
La sostenibilidad en el tratamiento de aguas no se limita a España. Proyectos internacionales muestran que las depuradoras pueden convertirse en auténticas fábricas de recursos.
Un ejemplo destacado se encuentra en Singapur, donde investigadores de la NTU han desarrollado un sistema que transforma los lodos de depuradora en hidrógeno verde y proteínas para piensos, aprovechando energía solar.
Este proceso permite generar energía limpia a partir de residuos y, al mismo tiempo, crear un subproducto útil para la alimentación animal. De esta manera, se cierra un ciclo: se reduce la huella ambiental, se obtiene energía renovable y se reutilizan materiales.
Casos como este refuerzan la idea de que la economía circular y la eficiencia energética pueden aplicarse a las EDAR en todo el mundo
A pesar de los avances, la implantación masiva de depuradoras sostenibles enfrenta varios desafíos.
El primero es económico: la inversión inicial en equipos renovables y sistemas de gestión puede resultar elevada para municipios pequeños. Sin embargo, la rentabilidad a la larga es clara, gracias al ahorro y a la reducción de emisiones.
Otro reto importante es la necesidad de personal cualificado. La transición hacia modelos más digitalizados y autónomos exige formación continua y equipos técnicos preparados para manejar tanto la parte hidráulica como la energética.
Por último, está el desafío normativo. Para que la reutilización del agua y la integración de renovables sean una realidad extendida, es fundamental que las políticas públicas acompañen.
Proyectos como Renewat demuestran que es posible combinar eficiencia energética, respeto ambiental y rentabilidad económica en un mismo modelo. Lejos de ser algo aislado, se trata de una solución con potencial de réplica y escalabilidad.
En un futuro marcado por el cambio climático y la necesidad de transiciones energéticas, iniciativas así permiten repensar el ciclo del agua y avanzar hacia sociedades más resilientes y sostenibles.
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