Durante el verano los espacios públicos se convierten en un pequeño oasis gracias al uso del aire acondicionado. Aunque en ocasiones abusan de su uso, aquí encontrarás una guía rápida para reducir el uso de este aparato y conseguir así ahorrar y cuidar el planeta.
Un cambio que no solo notarás en el bolsillo, sino que también lo notarán todas las personas que accedan a ese espacio. Ya que, aunque al principio puede resultar muy placentero, la exposición prolongada al aire acondicionado puede ser perjudicial.
Motivos que quedan relegados a un segundo plano cuando descubrimos que gracias a disminuir su uso también cuidaremos el medioambiente logrando el objetivo de sostenibilidad que está tan presente en la mente de las personas.
Entre los beneficios de reducir el uso del aire acondicionado en los espacios públicos puedes encontrar dos vertientes claves: los ambientales y los económicos.
Entre los beneficios ambientales se pueden encontrar la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero ya que este tipo de sistemas consumen mucha electricidad y, por tanto, genera mucho CO₂. Al reducir su uso, se disminuye la huella de carbono del edificio.
Disminuye también el uso de refrigerantes contaminantes ya que muchos aires utilizan gases de este tipo que, si se liberan, contribuyen al calentamiento global.
Es importante saber que cuando muchas personas usan el aire acondicionado se eleva la demanda de energía provocando que aumente la demanda energética en las horas pico.
Destaca también el concepto “isla de calor”. Un efecto provocado por el exceso de aire acondicionado que genera calor residual que se expulsa al exterior, elevando la temperatura urbana. Reducir el uso del aire, reduce este fenómeno.
Si te interesa más el aspecto económico que sepas que reducir el uso del aire acondicionado también provocará cambios en tu cartera.
Ahorrarás en la factura electrónica ya que este es uno de los sistemas que más energía consume, usarlo menos reducirá significativamente el gasto mensual.
Un menor uso significa menos horas de funcionamiento, lo que prolonga la vida útil del sistema y reduce los costes de reparación o sustitución.
Si en el edificio se decantan por otro tipo de estrategias como ventilación natural o un buen aislamiento se reduce la inversión en infraestructura al no tener que instalar este tipo de sistemas grandes y costosos.
Por otro lado, muchos gobiernos ofrecen beneficios fiscales o subvenciones a edificios que reducen su consumo energético. Además, mejorar la eficiencia puede ayudar a obtener certificaciones que aumentan el valor del lugar.
Es importante tener una guía que indique cómo podemos reducir el uso de este sistema de ventilación de forma rápida.
La orientación inteligente, el aprovechamiento de luz natural, diseñar edificios más compactos y la zonificación térmica influyen en la ganancia o pérdida de calor de un edificio.
Aprovechar la circulación de aire exterior es una de las formas más efectivas y sostenibles de mantener temperaturas agradables. Se puede conseguir a través de las ventanas operables y tragaluces o la ventilación cruzada, abrir ventanas en lados opuestos para crear una corriente de aire.
Puedes recurrir a la instalación de pérgolas y toldos o también contar con vegetación como jardines verticales que reducen las temperaturas.
Las persianas y cortinas térmicas interiores también ayudan a controlar la radiación solar sin intervenir en la estructura.
Es relevante saber que las superficies sombreadas pueden ser entre 6 °C y 11 °C más frías que las expuestas directamente al sol.
Aislamiento térmico en techos y paredes, pinturas reflectantes o pisos y paredes térmicamente eficientes. Elementos de este tipo influyen directamente en la capacidad de absorber, retener o reflejar el calor.
Un edificio con buena inercia térmica se mantiene fresco en verano y cálido en invierno sin necesidad de climatización constante.
Cuando se requiere enfriamiento mecánico, existen opciones más sostenibles como sistemas de enfriamiento evaporativo, sistemas de climatización renovable o aires acondicionados eficientes que reducen el consumo hasta en un 40%
Gestionar correctamente los sistemas de aire acondicionado en espacios públicos no solo mejora su eficiencia y prolonga su vida útil, sino que también reduce el consumo energético y las emisiones contaminantes
Deberás limpiar los filtros cada tres meses para evitar que se obstruya el flujo de aire, algo que obligaría al equipo a trabajar más y consumir más energía.
A ello debes añadirle la inspección de conductos, la verificación del refrigerante y el chequeo eléctrico y mecánico.
Esto reduce el consumo eléctrico entre un 5% y un 15% y alarga la vida útil del equipo.
Para espacios públicos, se recomienda una temperatura entre 24 °C y 26 °C durante el verano. Evitar configuraciones inferiores a 22 °C puede representar un ahorro del 10% al 20% en consumo energético.
En oficinas es importante ajustar los horarios de funcionamiento al horario laboral para evitar el uso del sistema durante la noche o fines de semana.
Fundamental para que puedan reconocer las señales de mal funcionamiento, programar los termostatos correctamente y fomentar el uso responsable.
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