El aire acondicionado es un arma de doble filo, pero esencial en muchas zonas. Es la salvación en verano y, a veces, la pesadilla de quienes temen al consumo o a las averías. No obstante, también se estropea: puede no encender y hay que pensar en soluciones, mantenimiento y reparaciones.
Según Idealista, en 2024 el 41 % de los hogares españoles contaban con aire acondicionado. El resto se conforma con el ventilador de toda la vida, que no enfría el aire, solo lo mueve. Si practicas hábitos saludables y llevas el mantenimiento al día, el aire acondicionado es más rentable.

La estrategia está en no usarlo en exceso y respetar los rangos de temperatura recomendados. Además, como ya se sabe, prevenir es curar. A continuación encontrarás las averías más frecuentes y soluciones para que no te pille desprevenido.
Llega ese día tórrido y coges el mando del aire acondicionado… ¡y nada! Antes de desesperarte, respira y sigue estos pasos.
Lo más básico: revisa que la toma de corriente del aire acondicionado esté conectada.
En modelos modernos, si no ves el cable, dirígete al cuadro eléctrico de casa y verifica que todos los interruptores estén levantados. Tras un año sin usarlo, es frecuente que el aparato haya quedado desenchufado.

Otro motivo frecuente es el mando. Puede haberse quedado sin baterías, haberse averiado o no tener suficiente potencia para comunicarse con el aire acondicionado.
Para comprobarlo, apunta con la cámara del móvil al mando y pulsa algún botón: si aparece luz roja en la pantalla, funciona; de lo contrario, quizá necesites un recambio.
En ocasiones, el aire acondicionado parece encenderse, pero el compresor o ventilador no arranca. Esto suele estar relacionado con sensores, fusibles, termistores o bloqueos en la unidad exterior. También puede deberse a que se detectó un exceso de agua.
Si tras comprobar enchufe y mando el aparato sigue sin encender, es momento de llamar a la marca o a un técnico de confianza, sobre todo si aún está en garantía. Ellos conocerán mejor el modelo del aparato y podrán suministrar los recambios necesarios.

La placa electrónica suele ser la responsable de estas averías y un profesional identificará rápidamente el problema y proporcionará presupuesto y recambios.
Hay algunos casos en que no será necesario recurrir a profesionales, pues con tiempo, voluntad y los pasos adecuados podrá resolverlo.
El polvo y la suciedad bloquean el flujo de aire y los sensores, impidiendo que el aparato arranque. Limpiar filtros y rejillas suele solucionar este problema.
Si la bobina del evaporador se congela, el aire acondicionado deja de funcionar correctamente. Para descongelarla, apaga el equipo y deja que se derrita el hielo de forma natural o con ayuda de un ventilador.
Estos dispositivos detienen el encendido si detectan exceso de agua. Revisa que no haya obstrucciones y que la bomba funcione correctamente.

Asegúrate de que la unidad exterior reciba corriente y que las rejillas no estén bloqueadas por hojas, polvo o suciedad.
Si la sonda que mide la temperatura no está en su posición correcta, el equipo no arranca. Recolócala según las instrucciones del fabricante.
Algunos modelos dependen de control remoto mediante aplicaciones. Comprueba que la conexión sea estable y que la configuración no impida el encendido.
El cuidado adecuado siempre sale más barato que la reparación y alarga la vida útil del aparato.
Limpia los filtros regularmente y retira polvo o suciedad de la unidad exterior para evitar sobreesfuerzos del sistema.
Un técnico puede realizar revisiones periódicas y detectar fugas de gas o agua antes de que se conviertan en problemas graves.
Verifica fusibles y protecciones eléctricas para evitar daños por subidas de tensión, especialmente en días de calor extremo.
Si ya has comprobado todo —enchufe, mando, fusible o incluso limpieza básica— y tu aire acondicionado sigue sin encender, lo mejor es contactar con el servicio técnico oficial o con un profesional de confianza.

Si el aparato aún está en garantía, acude siempre a la marca, que sabrá localizar la avería y suministrar los recambios adecuados. En cambio, si tu equipo ya tiene unos años, un técnico especializado podrá evaluar si merece la pena repararlo o sustituirlo.
En la mayoría de los casos, las reparaciones más comunes no son tan costosas como parece:
Recuerda que estos precios son orientativos y pueden variar según el modelo, la marca y la dificultad de acceso a la instalación. Aun así, sirven como referencia para anticipar costes y decidir si merece la pena reparar o renovar el equipo. De cualquier forma, la prevención siempre es más barata que la reparación.
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