El horno, junto con la vitrocerámica, es de los electrodomésticos más usados en casa. Puede servir para preparar una pizza o un postre familiar. Todo funciona perfecto… hasta que se estropea. Y sí: pasa más seguido de lo que imaginas.
Pueden pasar dos cosas: que el horno no funcione o que caliente menos de lo normal. Ahí viene la duda: ¿llamar a un técnico, ponerse a desatornillar o resignarse al microondas?
La verdad es que dar con el fallo en un electrodoméstico es casi tan difícil como cazar un virus en el móvil. Sin conocimientos técnicos, librarse de la avería se complica (y mucho).
Por ello, en este artículo queremos meternos de lleno en el tema. Vamos a explicar cómo funciona un horno, por qué a veces no calienta y qué pasa cuando el termostato falla.

Además, te daremos recomendaciones prácticas para manejar el problema de forma segura y eficiente.
Antes de hablar de las causas, conviene entender cómo funciona un horno. Básicamente, se trata de un aparato que aprovecha la energía eléctrica para cocer los alimentos en su interior.
Al igual que un calefactor eléctrico, el horno convierte las resistencias en calor. Esto ocurre, sobre todo, en los modelos tradicionales o de coste media-baja, que son los más comunes en los hogares.
La alternativa son los hornos con radiación infrarroja. Estos calientan el aire y, con ayuda de un ventilador en el fondo, mueven esa microatmósfera por toda la cavidad. Son perfectos para quienes buscan una cocción uniforme en cada receta.
Desde pan y pescado, hasta un buen asado: el cocimiento homogéneo es una ventaja que muchos aprecian. Además, estos hornos suelen ahorrar algo de energía, pues mantienen el calor distribuido de manera más eficiente.
Ya sabemos cómo trabajan los hornos eléctricos, así que toca entrar en materia: ¿por qué dejan de funcionar? La respuesta es clara: no hay una sola causa.
El problema puede estar en las resistencias, en el programador, en los termostatos o incluso en el ventilador – que con los años pierde eficacia. Ahora bien, conocer las posibles razones no significa tener el diagnóstico.
Tener conciencia de lo anterior, mucho menos, te da la experiencia necesaria para meter mano al aparato. Intentar repararlo sin experiencia suele ser la receta perfecta para empeorar la avería.
Los riesgos son muchos: cortar cables que no tocan, dañar piezas sensibles o incluso romper el cristal del horno. ¿El resultado? Una factura más alta que la de una reparación profesional.

En realidad, llamar a un técnico suele ser más barato de lo que imaginamos. Muchas veces el fallo no es grave. Puede tratarse de un cable suelto o un componente desplazado al mover el horno.
Comprar uno nuevo, pensando que “sale más a cuenta”, es un error frecuente.
Un horno eléctrico puede fallar por diferentes motivos. Los más habituales son resistencias quemadas, termostatos averiados o cables dañados que impiden alcanzar la temperatura deseada.
También es común que la luz interior deje de funcionar o que el ventilador de convección no reparta bien el calor, generando cocciones desiguales en los alimentos.
Otro problema frecuente es que el horno tarde demasiado en calentarse o directamente no encienda. En esos casos, puede tratarse de un fallo en la placa de control o en el sistema de seguridad interno. Revisar el cableado y evitar sobrecargas eléctricas ayuda a alargar la vida del aparato.
Si tu horno de gas no calienta, el fallo puede estar en el encendido del quemador o en un problema con la válvula de gas. A veces, basta con limpiar los inyectores obstruidos por restos de comida o grasa para que el flujo vuelva a ser constante y el fuego se mantenga.

También puede deberse a un termopar defectuoso, la pieza que detecta la llama y corta el gas si no funciona bien. Otro motivo habitual es que el piloto no prenda correctamente por falta de presión en la instalación. En estos casos, siempre es recomendable llamar a un técnico especializado.
Antes de llamar al técnico, podemos facilitarle el trabajo haciendo un diagnóstico inicial. Esto le permitirá identificar desde el primer momento las posibles causas y llevar los materiales adecuados para la reparación.
Si tu horno enciende, pero no calienta, conviene seguir estos pasos:
A continuación, revisa que los terminales estén bien conectados. A veces, alguna conexión está floja o no llega la corriente necesaria al componente correspondiente.

Siguiendo estos pasos tendrás un panorama más claro de lo que podría estar fallando. Así, cuando llegue el técnico, sabrá exactamente por dónde empezar y la reparación será más rápida y eficiente.
Si pulsas todos los botones y giras todas las manecillas, pero el horno sigue sin funcionar, conviene hacer una pequeña exploración. No es complicado: basta con observar con atención.
Los hornos eléctricos tienen un conmutador, la pieza que permite que la corriente llegue a todo el aparato. Si se daña, el horno se queda sin alimentación. En ese caso, habría que cambiar la pieza o, a veces, sus conectores.
Otra posibilidad es que el temporizador esté averiado. Esto suele ocurrir, sobre todo, cuando no se utiliza durante mucho tiempo. Si tienes una segunda residencia, seguramente sabes de qué hablamos.
Preparas tus patatas, enciendes el horno y… nada de calor. La luz y los pilotos funcionan, pero el interior permanece frío. ¿Qué está pasando?
Lo primero es revisar el termostato. Los hornos modernos suelen tener dos: el general, que garantiza que se alcance la temperatura marcada, y el de seguridad, que corta la corriente ante sobrecalentamiento.
Este último evita incendios o que se queme la comida.

Si tras cambiar el termostato el horno sigue sin calentar, puede que alguna resistencia esté cortada. Para comprobarlo, necesitarás un multímetro (también llamado polímetro o tester): instrumento que mide corriente, potencia, tensión y resistencia.
Estos pequeños diagnósticos no reemplazan al técnico, pero te dan una idea de lo que podría estar fallando y te ayudan a agilizar la reparación.
Antes de llamar al servicio técnico, hay algunos pasos básicos que puedes seguir. En un horno eléctrico, revisa si las resistencias están dañadas o si el termostato funciona correctamente. En el caso de hornos de gas, asegúrate de que los inyectores y quemadores estén limpios y sin restos que obstruyan el paso.
También es importante comprobar la alimentación: verificar que el horno recibe energía o gas suficiente puede resolver problemas más simples de lo que parece. Si, tras estas revisiones, el horno sigue sin calentar, lo más seguro es recurrir a un profesional para evitar riesgos mayores y garantizar una reparación efectiva.
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