En un mundo en el que cada vez se consumen más recursos y energía, hay construcciones que parecieran tener la respuesta a tal necesidad. No son grandes propuestas o proyectos con diseños extravagantes, pero su impacto se siente en cada rincón. ¿Qué hace tan especiales a las viviendas Passivhaus?
El término “Passivhaus” (“casa pasiva” en alemán) nació en Darmstadt, Alemania en 1988 y fue puesto en práctica por primera vez en 1991 gracias al trabajo de Bo Adamson (Lund University de Suecia) y Wolfgang Feist (Instituto de Edificación y Medio Ambiente de Alemania).
Tales especialistas propusieron un tipo de construcción que puede generar algo a lo que se aspira actualmente y desde hace años: un alto ahorro de energía sin sacrificar la calidad de vida. De acuerdo con su sugerencia, se puede tener sobre la mesa diseño, calidad y uso responsable de recursos.
Y hoy os vamos a explicar con todo lujo de detalles, qué es una vivienda Passivhause, que características la definen, qué ventajas presenta, ejemplos de su construcción e implementación y mucho más. Así que presta atención y vamos a por ello.
Para poder hablar de una casa o edificio dentro de la categoría Passivhaus, éste tiene que cumplir con algunos puntos principales y tener por objetivo ser parte de un estilo de vida de aprovechamiento máximo de bienes y reducción de la dependencia del entorno.
Primero, el aislamiento térmico de los materiales que lo componen ha de ser eficiente dada su calidad –es decir, con ausencia de “puentes térmicos” que previenen humedades. A su vez, deben ser plenamente hermético al aire y el sistema de ventilación mecánica contar con recuperación de calor.
Es decir, en una construcción convencional es muy común que existan corrientes de aire a través de ventanas o puertas, pero eso sucede porque no son construcciones selladas. En el caso de las Passivhaus, deben evitarse a toda costa esas filtraciones de aire. Así, el sistema es más eficiente y efectivo.
Añadido a ello, la ventilación ha de asegurar la calidad higiénica de los espacios interiores y garantizar la separación de agentes nocivos para los habitantes. Entre ellos, vapor de agua, CO2 o componentes orgánicos u olores.
Una Passivhaus aprovecha su orientación y el diseño de sus ventanas para maximizar la entrada de luz y la ganancia de calor, asegurando una segura reducción de la factura, aumento de valor de la propiedad y menor impacto ambiental. Se trata del estándar energético más exigente del planeta.
Para alcanzarlo, hay algunas recomendaciones para los especialistas e interesados. En particular, evaluar la ubicación y la orientación de la construcción, seleccionar materiales adecuados, incorporar un sistema de aprovechamiento del viento y, en el último de los casos, consultar a expertos que pudiesen sugerir técnicas efectivas.
Construcciones como éstas tienen múltiples beneficios económicos y de salud en sus habitantes y el medio ambiente en el que éstos viven. Las también llamadas casas pasivas logran alcanzar una temperatura ideal y administrar el gasto, sin necesidad de renunciar a las necesidades básicas.
Una casa bien diseñada puede reducir hasta un 90% su consumo de energía y el impacto que ésta tiene en la cartera. También, asegura el disfrute de una temperatura perfecta todo el año, la calidad del aire saludable, menor contaminación acústica y contribución a la reducción de la huella de carbono.
Alineado con esto último, se trata de un verdadero ejemplo de sostenibilidad y salubridad por la renovación inteligente del aire, incidencia de luz, construcción con materiales naturales y menos contaminantes, entre otros aspectos.
Son parámetros aplicables a proyectos de hoteles, oficinas, edificios gubernamentales o escuelas. Dado que se trata de construcciones menos contaminantes, permiten evitar enfermedades del sistema respiratorio como el asma u otras infecciones.
Algunas propuestas de Passivhaus demuestran su efectividad. Los proyectos hallados en Nueva York o Bilbao son ejemplo de ello, pues de inmediato han demostrado ser positivas para la salud humana y el medio ambiente gracias a la optimización de bienes.
Además, estos edificios ya construidos han demostrado combatir los mitos surgidos en torno a ello. No se trata de proyectos muy costosos, pues fuera de la inversión inicial, reducen los gastos.
También, son adaptables a cualquier clima, no sólo al frío, y no es que impidan la apertura de ventanas, sino que ni siquiera las necesitan.
Por si fuera poco, las Passivhaus prometen ser más resistentes y duraderas que las construcciones tradicionales, contribuyendo a que eviten los gastos extras. Los materiales que las componen suelen ser de fácil mantenimiento y difícilmente han de ser sustituidos con frecuencia.
Hoy considerado el estándar energético más exigente del mundo, las Passivhaus permiten un ahorro del 70-90% respecto a una vivienda convencional. Dejando atrás sistemas convencionales de calefacción o refrigeración, esta propuesta demuestra tener capacidad de mantener determinada temperatura y confort.
Considerando que la tecnología avanza a un paso extraordinario, se espera que en los próximos años estas propuestas puedan enriquecerse. A pesar de que están basadas en los principios de la arquitectura pasiva tradicional, tienen base en los avances descubiertos cotidianamente por la ciencia.
En resumen, las Passivhaus son buenas para la salud humana y del entorno. Se trata de la opción ideal para que todo el calor generado se aproveche de manera cíclica, planteando un camino seguro para todos los involucrados.
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